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Los 8 Trigramas


El libro de las mutaciones fue al principio una colección de signos destinados a fines oculares. Oráculos se usaban en la antigüedad por doquier, y los más arcaicos y primitivos se limitaban a las respuestas sí y no. Así también en el caso del Libro de las Mutaciones una decisión oracular de esta índole constituye su base inicial.


- El “sí” se señalaba simplemente mediante un trazo entero. Yang

- A su vez, el “no” se señalaba mediante un trazo quebrado. Ying

Sin embargo, ya en épocas muy tempranas parecería haber existido la necesidad de una mayor diferenciación, y de los trazos simples surgieron combinaciones mediante una duplicación:

A éstas se añadía luego un tercer elemento lineal, formándose los así llamados “ocho signos” (trigramas). Estos ocho signos fueron concebidos como imágenes de lo que sucedía en el cielo y sobre la tierra. Reinaba en este sentido el concepto de perpetua transición de un signo hacia otro, a la par de la perpetua transición recíproca de los fenómenos entre sí que tiene lugar en el mundo.


Aquí se nos presenta pues la idea fundamental decisiva de las mutaciones. Los ocho signos son símbolos de cambiantes estados de transición, imágenes que permanentemente se transforman.


La mira no estaba puesta en el ser de las cosas —como era esencial en Occidente—, sino en los movimientos cambiantes de las cosas. De este modo, los ocho signos no constituyen reproducciones o representaciones de las cosas, sino de sus tendencias de movilidad. Estas ocho imágenes obtuvieron luego polifacéticas expresiones.


Representaban ciertos procesos de la naturaleza que correspondían a su esencia. Representaban además una familia compuesta de padre, madre, tres hijos, tres hijas; no en un sentido mitológico, como se ve poblado de dioses el Olimpo griego, sino una vez más conservando ese sentido por así decirlo abstracto, según el cual no se representan cosas, sino funciones.


Si recorremos estos ochos símbolos en el sentido en que forman el fundamento del Libro de las Mutaciones, obtenemos la siguiente disposición:



Tenemos, pues, en los hijos el elemento movilizador en sus diversos estadios: comienzo del movimiento, peligro en el movimiento, descanso y consumación del movimiento. En las hijas vemos el elemento de la entrega, la abnegación en sus diversos estadios: una suave penetración; claridad y adaptación; serena calma.



El I-Ching no es solo un arte adivinatorio, es una filosofía y un método para entender la vida.


Blanca G. Ferriol a través de sus clases de Tarot en Madrid y Online vía Skype, te ofrece en su página una introducción al complejo mundo del I-Ching y Feng Shui. Capítulo 2. Los 8 trigramas del I-Ching.